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lunes, 20 de julio de 2009

PRÓLOGO A ENSAYOS ESCOGIDOS DE JOSÉ CARLOS MARIATEGUI (1956) MANUEL SCORZA

&&&&&&&&&&&&&&&&&&&& MANUEL SCORZA &&&&&&&&&&&&&&&&&& PRÓLOGO &&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&& A ENSAYOS ESCOGIDOS DE JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI (1956) &&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&& Derechos Reservados / Herederos de Manuel Scorza De esta edición / Jaime Guadalupe Bobadilla &&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&& Como Garcilaso, como César Vallejo, como Riva Agüero, Mariátegui es uno de los pocos peruanos universales, en cuya obra se percibe el fulgor de la auténtica genialidad. Prematura, incompleta, trunca, como forzosamente tiene que ser la obra de un pensador muerto a los treinta y cinco años, José Carlos Mariátegui, sin embargo, es uno de los espíritus rectores del Perú. No sólo por la obra casi latina en claridad, sino también por su vida limpia, una de las pocas, poquísimas que no han conocido el fango en el Perú, país, en verdad, de las “vicisitudes trágicas”, cementerio de inteligencias frustradas y simientes nonatas. La vida de Mariátegui –nació el 14 de Junio de 1895– es un ejemplo esquiliano de superación de los obstáculos opuestos por una educación que no tuvo y un medio casi zoológico, donde los espíritus menos fuertes naufragan en la bohemia o el despecho. Para medirla, nada mejor que comparar la obra deletérea de Juan Croniqueur, con la madura, reflexiva, poderosa etapa final de su pensamiento. Lejos de rebajarla, crece nuestra admiración cuando se conoce este aspecto de Mariátegui, cubierto por un innecesario pudor, que olvida que toda mariposa fue larva en el pasado. Éste –publicado en la revista Renacimiento– (Quito, 1916, año 1, número 6) y que, según la nota del propio autor, “lo escribió Juan Croniqueur en el Convento de los Descalzos, donde hizo durante tres días vida mística”, ilustra elocuentemente el camino de Damasco que tuvo que recorrer Mariátegui antes de llegar al mediodía de aquel magisterio que, después de él, nadie ha ejercido en el Perú. &&&&&&&&&&&&&&&& PLEGARIA NOSTÁLGICA &&&&&&&&&&&&&& Padre nuestro que estás en los cielos / padre nuestro que estás en la harina / de la hostia candeal y divina / que es el pan de los santos anhelos. / Soy enfermo de locos desvelos / y en mi espíritu vago declina / clamor de tu dulce doctrina, / Padre nuestro que estás en los cielos. / Está lejos de mí la fragancia / de la mística fe de mi infancia / que guardaba con blanco cariño. / Siento el hondo dolor de la duda / y solloza mi cántiga muda / por el don de volver a ser niño. / La mayoría de nuestros escritores –hay un poema casi idéntico escrito por Gabriela Mistral, veinte años después– no pasan de ser Juan Croniqueurs sentimentales y timoratos, falsos hasta el meollo, artificiales hasta el cansancio. En una celebre página autobiográfica, el propio Mariátegui ha condenado aquellos “primeros tanteos de literato inficionado de decadentismo y bizantinismo”, y ha explicado cómo, después de 1918, “nauseado de política criolla”, se “orientó resueltamente hacia el socialismo”. En la conocida carta a Enrique Espinoza informa también que: “de fines de 1919 a mediados de 1923 viajé por Europa. Residí más de dos años en Italia, donde desposé una mujer y algunas ideas. Anduve por Francia, Alemania, Austria y otros países. Mi mujer y mi hijo me impidieron llegar hasta Rusia.” A su retorno al Perú, en 1926, fundó la célebre, la fundamental revista Amauta, tribuna de pensamiento renovador, no superada hasta hoy en el Perú, y quizás en América. En su época hay que situar el comienzo de sus magistrales trabajos de investigación sociológica del Perú, a los cuales aplicó, como se sabe, el método marxista. El resultado fue una serie de libros capitales para el pensamiento americano, entre los cuales son únicamente los más famosos: 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, La escena contemporánea, El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy y Defensa del marxismo. Aquellos son los años más fecundos de existencia: edita Labor y organiza la Confederación General de Trabajadores del Perú; en 1928, funda el Partido Socialista (afiliado a la Tercera Internacional). Hostigado por la policía, prepara su viaje a Buenos Aires, para continuar su trabajo, cuando una recaída en la enfermedad que atormentó la mitad de su vida, le arrebató en la flor de la edad. Autodidacta, investigador de la sociología peruana, artista de veras, maestro del vivir heroico y puro, trabajador infatigable, la figura de Mariátegui ofrece una variedad de facetas. Pero es innegable que será recordado, ante todo, como introductor del marxismo en el Perú. No es necesario estar entre los corifeos del socialismo para reconocer la enorme influencia que ejerce en nuestra época. Basta contemplar el agitado, el convulso, el exasperado mundo de la postguerra. Si la expansión internacional del marxismo, si las revoluciones cumplidas bajo la égida del marxismo y el surgimiento de los Estados marxistas constituyen, como piensa Toynbee, la característica esencial del siglo XX, hay que reconocer que es a través de Mariátegui que el Perú se inserta en la corriente determinante de la centuria. Este reconocimiento es independiente del partido que se tome. Sin embargo, filosóficamente, Mariátegui no es un marxista ortodoxo. Mientras Jorge Plejanov, en su Crítica del sindicalismo, refutó y rechazó en bloque las teorías de Jorge Sorel, Mariátegui llegó a definir su propio pensamiento como el “marxismo enriquecido con el aporte soreliano”. Mientras Lenin, en su polémica con los constructores de Dios (Lunacharski y Gorki) ataca todo intento de asimilar lo “religioso” al socialismo, Mariátegui afirma que “el comunismo es esencialmente religioso”. Y Defensa del marxismo, como el propio Mariátegui lo reconoce en una carta a Enrique Espinoza, llega a conclusiones no enteramente marxistas. Pienso que en la independencia de aquella mentalidad que, hace veinticinco años, arribó a conclusiones que apenas ahora empezamos a entender, hay que buscar la posibilidad de un gran pensador socialista que, superando el plagio o la mera repetición que ilustra el analfabetismo de nuestros “sociólogos” y nuestros “marxistas”, profundizara en el conocimiento de nosotros mismos como pueblo, y nos incorporara, en lo medular, a la cultura universal. Se dice ahora que en Mariátegui, que en El Amauta sobrevivió hasta el fin Juan Croniqueur. Es verdad, pero también es indiscutible que, al final de su vida, el conflicto estaba definitivamente saldado a favor del Amauta, que su existencia era ya una invitación a la vida heroica. Porque políticamente, Mariátegui se identificó siempre con las corrientes más rígidamente más principistas del pensamiento marxista (ver: Conferencia en la Universidad Popular González Prada sobre la crisis mundial y Notas para el Programa del Partido Socialista). A este respecto, el párrafo más claro de todo lo que se ha conservado de sus escritos sobre el tema (no hay que olvidar que se perdió un libro suyo), dice así: “El pensamiento revolucionario, y aun el reformista, no puede ser ya liberal sino socialista. El socialismo aparece en nuestra historia no por una razón de azar, de imitación o de moda, como espíritus superficiales suponen, sino como una fatalidad histórica. Y sucede que mientras de un lado, los que profesamos el socialismo propugnamos lógica y coherentemente la reorganización del país sobre bases socialistas y –constatando que el régimen económico y político que combatimos se ha convertido gradualmente en una fuerza de colonización del país por los capitalismos imperialistas extranjeros– proclamamos que éste es un instante de nuestra historia en que no es posible ser efectivamente nacionalista y revolucionario sin ser socialista; de otro lado no existe en el Perú, como no ha existido nunca, una burguesía progresista, con sentido nacional, que se profese liberal y democrática y que inspire su política en los postulados de su doctrina..” “Mentes poco críticas y profundas pueden suponer que la liquidación de la feudalidad es empresa típica y específicamente liberal y burguesa, y que pretender convertirla en función socialista es torcer románticamente las leyes de la historia. Este criterio simplista de teóricos de poco calado, se opone al socialismo sin más argumento que el que el capitalismo no ha agotado su misión en el Perú. La sorpresa de sus sustentadores será extraordinaria cuando se enteren de que la función del socialismo en el Gobierno de la nación, según la hora y el compás histórico a que tenga que ajustarse, será en gran parte la de realizar el capitalismo –vale decir, las posibilidades históricamente vitales todavía del capitalismo– en el sentido que convenga a los intereses del progreso social.” (JCM, Prólogo a Tempestad en los Andes, de Luis E. Valcárcel). La cita no puede ser más clara, y demuestra cuán avanzado estaba Mariátegui en el camino de su pensamiento cuando lo taló una muerte injusta. Incompleta como quedó su obra, puede, sin embargo, percibirse en ella el vuelo de una mentalidad genial. Evidente como es que no llegó a madurar como escritor, que no entendió bien ciertos temas estéticos, que no llegó a escribir sus mejores libros, que no fue ni ha sido aún comprendido, ¿alguien puede comparársele?; ¿puede discutirse la profunda originalidad que resplandece en sus reflexiones? Es una de las más grandes inteligencias que ha dado América. En una página nos dice más que muchos de nuestros escritores en un libro. Asombra cómo, en una sola nota, adelanta luminosas conclusiones. Por ejemplo, en su artículo ¿Existe un pensamiento hispanoamericano?, sintetiza un debate que luego, con mayor extensión y menor fruto, ha planteado toda una escuela mexicana empeñada en descifrar lo americano. Y así en todo lo que visitó aquella mentalidad fulgurante. Este volumen de Ensayos escogidos, competentemente preparado por Aníbal Quijano, se propone poner al alcance del gran público, dentro de sus limitaciones, lo más significativo de la obra de José Carlos Mariátegui. Ojalá, siquiera por esta vez, se rompa el círculo de las admiraciones que no razonan y las detracciones que sólo niegan, que aún rodean la obra del Amauta* / **. * La biliografía más completa y exacta de JC Mariátegui, y la que debe servir para profundizar el tema, es la Biobibliografía de JCM, preparada por Guillermo Rouillón. Boletín Bibliográfico, Lima, 1952 – Números 1-4, páginas 102-212 / Manuel Scorza ** Sobre este libro: Carátula: “José Carlos Mariátegui – Ensayos escogidos – PRIMER FESTIVAL DEL LIBRO” (1956 / JGB) / Página 2: “Edición publicada para el QUINTO FESTIVAL DEL LIBRO, realizado en el Perú en diciembre de 1958.” Página 3: “SEGUNDA EDICIÓN - Editora Latinoamericana SA”. Selección de Aníbal Quijano. Presentación de Manuel Mujica Gallo, Presidente del Patronato del Libro Peruano. Prólogo de Manuel Scorza. Se publicaron: “I. ENSAYOS POLÍTICOS 1. Esquema de la evolución económica 2. Sumaria revisión histórica del problema del indio 3. Aniversario y balance 4. Mensaje al Congreso Obrero 5. La crisis mundial y el proletariado peruano 6. Oriente y Occidente II. ENSAYOS SOBRE ARTE, LITERATURA Y OTROS TEMAS: 1. La revolución y la inteligencia - El grupo Clarté 2. Henri Barbusse 3. Arte, revolución y decadencia 4. ¿Existe un pensamiento hispanoamericano? 5. Divagaciones sobre el tema de la latinidad 6. González Prada” Asimismo, en la contracarátula, mediante cuatro párrafos de este memorable Prólogo, Scorza hizo, por así decirlo, el anuncio o nota publicitaria del libro. Más. Página 4: “BIBLIOTECA PERUANA DE CULTURA BÁSICA publicada en los Festivales del Libro bajo la dirección de Manuel Scorza / PRIMERA SERIE DE AUTORES PERUANOS / 1. Narraciones y leyendas incas – Luis E. Valcárcel 2. Historia de la Florida – Inca Gracilaso De La Vega 3. Tradiciones peruanas – Ricardo Palma (primera serie) 4. – 5. Los mejores cuentos peruanos (Tomos I y II) 6. Ensayos escogidos – Manuel González Prada 7. Poemas escogidos – José Santos Chocano 8. Paisajes peruanos – José de la Riva Agüero 9. Poemas escogidos – César Vallejo 10. Ensayos escogidos – José Carlos Mariátegui” He aquí una fehaciente prueba de la señera, admirable obra de peruanidad e integración latinoamericanista del gran Manuel Scorza, que logró hacer de los Festivales del Libro –cuya primera edición fue en 1956- grandiosos encuentros culturales, masivamente acogidos por nuestro pueblo, tanto que los miles y miles de ejemplares editados en series se agotaban rápidamente; asimismo, acontecimientos literarios de resonancia nacional e internacional, porque se realizaron no sólo en el Perú sino también en otros países de nuestra Patria Grande. Genial creación que antecedió a los aún más célebres Populibros Peruanos, Una referencia imprescindible –y consagratoria- de esta inmensa cruzada por la elevación intelectual y moral de nuestros pueblos, fue la presencia, en Lima, en diciembre de 1957, del gran Pablo Neruda -Premio Nobel de Literatura 1971-, junto a su esposa Matilde Urrutia, invitados para el Tercer Festival del Libro. / Jaime Guadalupe Bobadilla

1 comentario:

  1. Hola Jimmy, Interesante Entrada sobre Mariategui, pero lo terminaré de leer mañana poruqe ya es muy tarde y se me cierran los Ojos y tengo que madrugar..
    Un Abrazo Jimmy

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