sediento de JUSTICIA. Me he propuesto taladrar el cerebro de mis contemporáneos aunque se irriten
sobremanera. No podemos dejar que nuestro pueblo siga sufriendo, víctima de la brutalidad de unos
cuantos rapaces.
A esos rapaces hay que darles cacería, no hay modo. Profesor, nuestro camino es duro y el deber es
lo primero. En estos pueblos también amedrantan, diferente a la patria, pero a veces son viles
y su crueldad no tiene límites con los que se oponen a sus ideas. No tengo miedo y a veces la rabia
lo descubren en mis ojos. Javier ya lo decía, a veces soy tierno y bondadoso / y doy de comer al ganado /
a la gente dócil. Al pueblo se le debe querer sin odios para que ilumine la nobleza del corazón.
Saludos, y en las mismas.
Pepe
Este pequeño documento lo envié a AHuA. Sé que lo leerán aunque a veces como te digo se irritan.
Ojalá que las palabras de la periodista Cisneros repercuta en las sordas paredes del poder judicial.
Ojalá que la justicia no se hunda en las tierras movedizas de lo inoperante, el desánimo, el error,
la miasma, que generó la política de caudillos y verdugos tres décadas pasadas.
El mundo parece acostumbrarse a la imitación de naciones corruptas para pertenecer al ovillode esa sucia madeja internacional. Fujimori y García deben tener sentencias irrevocables. Los hijos de Alberto deberían seguir el mismo camino del padre porque el dinero conquistado de ese rapaz,es del Estado. De las explotaciones mineras que adjudicó económicamente. De las transaccionessecretasde la droga y las solicitudes de empréstitos al gobierno norteamericano para sus acciones de muerte.Acaso es desconocido estas acciones que violaron los derechos humanos en uno u otro régimen.
O es que las autoridades han subido a la caravana de la injusticia para burlarse de toda una población
que esperan de verdad el castigo ejemplar y no publicitario de los mafiosos en la prensa y organismos
estatales.
¿Qué es el Perú entonces? Un territorio de conejos para cacería de inocentes criaturas, de pobres campesinos,
de trabajadores, que a las seis de la mañana salen a buscarse la vida; mientras que los otros, los responsables
de la salud social, de la unidad jurídica llegan a las nueve, diez, once horas del día, al centro de trabajo del Palacio
judicial para encarar y contabilizar los expedientes no gratos a su bolsillo. Esa no puede ser la realidad peruana.
Eso es tremenda injusticia y de grueso calibre, que puede provocar un serio desajuste a nivel nacional.
EL ETERNO CHE
Por: JOSÉ DIEZ SALAZAR
25.10.2012
Ni la más superdinámica y grandiosidad
de la ciencia con monstruosos enunciados
y teorías, será capaz.
Ni la ciencia del conocimiento con la indecente
impunidad.
Ni los vuelos intercósmicos de los astronautas,
dotados con la ultra micro tecnología espacial
programando la estratosfera.
Ni con las hazañas terroristas del espacio, será
comparable.
Lo empresarios interesados en famas vulgares
promocionan a pilotos de película para esas
travesías.
Quieren que los hombres del mundo recuerden
esta mañosa fórmula británica.
Sin embargo todos conocen el auténtico sacrificio.
Un sacrificio vestido de penurias y de honesta
voluntad.
El sacrificio que no exige preguntas ni respuestas.
Fue el sacrificio del comandante Ernesto Che Guevara.
Conoció el universo de la represión y la imperiosa
ciencia de las dictaduras.
Los castigos de la miseria y de la explotación.
El universo de los oligarcas y saqueadores, los
vivarachos del pastel financiero.
A los asaltantes de las bancas asociadas
al triunvirato de las multinacionales para plantar
sus industrias de murciélago.
Las que se multiplican en las cavernas del poder.
A los ministros de cuello torcido y a los militares
de cerebros lavados con sulfúrico, al servicio
lógicamente, de los estados europeos de norte-
américa.
El Che no tenía obligaciones marxistas pero a la
nefasta moda todo se acomoda.
El Che era un Bolívar, un Sandino, un Martí, un
Morazán, Túpac Amaru, Katari, un liberador sin
copiosa y asignada ideología.
Se trataba de salvar almas terrestres y no divinas.
Las consciencias ideológicas se habían dormido
y serían actos imperdonables en el conocimiento
público.
Su afán era social y humano para su alma
en rebelión por los siglos inclementes.
A las patrias has de llegar con la sonrisa
del ERNESTO Che liberador. El eterno Che.
Hipotenusa de un perdón
Claudia Cisneros
Viernes, 26 de octubre de 2012 | 4:30 am
El fujimorismo está desaforado, desesperado. Y no porque su líder esté mal de salud, como bien demuestra la infame foto desde su cama. Sus esbirros botan espuma por la boca. La realidad les ha pegado. Sus métodos tramposos ya no son vinculantes. Tienen aún una corte en el Poder Judicial y en algunos medios que los secundan, pero el pueblo no se traga la yuca otra vez. Pese a que hayan querido abrumarlo con medias verdades, penosas fotografías para generar ficticia lástima y con terminología médica confusa para hacerle creer que Fujimori está al borde del colapso.
Fujimori tiene achaques de la edad, como podrían tener mis padres si el cáncer no los hubiera matado, a ellos sí, de verdad. ¿Cómo no sentirse asqueado de ver cuán capaces siguen siendo de mentir, ocultar, tergiversar, manipular y embarrar a quienes dicen la verdad?
No hay mayor contradicción que el perdón calculado, que las disculpas maquilladas, matizadas en una paleta de color. Ni mayor cinismo e hipocresía que decir que se quiere pedir perdón pero que no se tiene la culpa. Cómo no pensar en los videos presentados antes para impactar mediáticamente cuando Fujimori entró al INEN o cuando envió su “mensaje de lucha”. Pero cuando se trata de asumir sus responsabilidades y condena, de sentir conmiseración por aquellos a quienes sus acciones y directivas afectaron, mataron, desaparecieron, dejaron huérfanos, Fujimori pierde el habla. ¿Cómo creer que está realmente arrepentido?
¿Cómo creer en un partido y un líder cuya biografía es un recuento de mentiras? Alberto Fujimori, el que dijo que se intoxicó con bacalao para no presentar su plan de gobierno, el que dijo no-shock e hizo shock, el que se decía demócrata y se hizo autogolpe copando todos los poderes del Estado, el que no soportó la integridad de la primera dama cuando denunció que sus cuñados robaban la ropa donada de los pobres, y a quien luego sometió a tratos innombrables hasta defenestrarla del cargo, el que se jactaba de ser Comandante de las FFAA y luego dijo desconocer los crímenes de lesa humanidad del grupo paramilitar que su gobierno auspició y financió, y a quienes él mismo amnistió tras las matanzas a estudiantes, inocentes y niños.
Cómo creerle al que usando su cargo allanó con fiscal falso la casa de su socio Montesinos buscando pruebas, a quien en plena crisis subió al avión presidencial diciendo que iba a la Cumbre Apec cuando en verdad se estaba fugando, corriéndose de la justicia, abandonando a su agrupación, y que tuvo el deshonor de renunciar por fax.
Ese que cuando un grupo de militares valientes quisieron ponerlo en su lugar, se escondió asustado en la embajada japonesa, que se decía peruano nacido en 28 y terminó postulando al Senado japonés desde su escondite, el que fue capturado en Chile por la Interpol y traído de grado o fuerza para responder a la justicia, el que prefirió callar cuando las preguntas del juicio lo desnudaban y en vez de aclarar su cacareada inocencia decía una y otra vez: no me acuerdo, el que se deja fotografiar en prendas interiores, el que por años ha sido incapaz de pedir perdón cara a cara por la sangre, muertos, desaparecidos, y la podredumbre moral, gubernamental e institucional, y que ahora que tiene un objetivo para sí, envía un oportunista, lacónico y miserable perdón a través de un cuadro. Qué manera de burlarse del dolor de los caídos, los muertos y desaparecidos.
Ese Alberto Fujimori Fujimori, hoy libre de enfermedad, sin cáncer en las últimas tres operaciones y cuyas biopsias del supuesto cáncer deben ser analizadas con una prueba de ADN para confirmar que le pertenecen, ese Alberto Fujimori no tiene palabra y menos perdón, mientras se siga burlando de todos.
Fujimori tiene achaques de la edad, como podrían tener mis padres si el cáncer no los hubiera matado, a ellos sí, de verdad. ¿Cómo no sentirse asqueado de ver cuán capaces siguen siendo de mentir, ocultar, tergiversar, manipular y embarrar a quienes dicen la verdad?
No hay mayor contradicción que el perdón calculado, que las disculpas maquilladas, matizadas en una paleta de color. Ni mayor cinismo e hipocresía que decir que se quiere pedir perdón pero que no se tiene la culpa. Cómo no pensar en los videos presentados antes para impactar mediáticamente cuando Fujimori entró al INEN o cuando envió su “mensaje de lucha”. Pero cuando se trata de asumir sus responsabilidades y condena, de sentir conmiseración por aquellos a quienes sus acciones y directivas afectaron, mataron, desaparecieron, dejaron huérfanos, Fujimori pierde el habla. ¿Cómo creer que está realmente arrepentido?
¿Cómo creer en un partido y un líder cuya biografía es un recuento de mentiras? Alberto Fujimori, el que dijo que se intoxicó con bacalao para no presentar su plan de gobierno, el que dijo no-shock e hizo shock, el que se decía demócrata y se hizo autogolpe copando todos los poderes del Estado, el que no soportó la integridad de la primera dama cuando denunció que sus cuñados robaban la ropa donada de los pobres, y a quien luego sometió a tratos innombrables hasta defenestrarla del cargo, el que se jactaba de ser Comandante de las FFAA y luego dijo desconocer los crímenes de lesa humanidad del grupo paramilitar que su gobierno auspició y financió, y a quienes él mismo amnistió tras las matanzas a estudiantes, inocentes y niños.
Cómo creerle al que usando su cargo allanó con fiscal falso la casa de su socio Montesinos buscando pruebas, a quien en plena crisis subió al avión presidencial diciendo que iba a la Cumbre Apec cuando en verdad se estaba fugando, corriéndose de la justicia, abandonando a su agrupación, y que tuvo el deshonor de renunciar por fax.
Ese que cuando un grupo de militares valientes quisieron ponerlo en su lugar, se escondió asustado en la embajada japonesa, que se decía peruano nacido en 28 y terminó postulando al Senado japonés desde su escondite, el que fue capturado en Chile por la Interpol y traído de grado o fuerza para responder a la justicia, el que prefirió callar cuando las preguntas del juicio lo desnudaban y en vez de aclarar su cacareada inocencia decía una y otra vez: no me acuerdo, el que se deja fotografiar en prendas interiores, el que por años ha sido incapaz de pedir perdón cara a cara por la sangre, muertos, desaparecidos, y la podredumbre moral, gubernamental e institucional, y que ahora que tiene un objetivo para sí, envía un oportunista, lacónico y miserable perdón a través de un cuadro. Qué manera de burlarse del dolor de los caídos, los muertos y desaparecidos.
Ese Alberto Fujimori Fujimori, hoy libre de enfermedad, sin cáncer en las últimas tres operaciones y cuyas biopsias del supuesto cáncer deben ser analizadas con una prueba de ADN para confirmar que le pertenecen, ese Alberto Fujimori no tiene palabra y menos perdón, mientras se siga burlando de todos.
NO SOY TERRORISTA
Jimmy Calla Colana
Hoy los poetas callan
ante la tumba de los idos de la Cantuta
ante el rocío de la noche oscura
ante la vorágine de la melancolía
ante la penumbra vestida de cobardía.
Aquí está el estudiante pobre,
marginado, rebelde y tierno.
Aquí están los parias, provincianos
y excluidos dispuestos a reivindicar su vida
poniendo este grito en el cielo
no soy terrorista,
soy de la Cantuta,
no soy terrorista, soy antiimperialista
no soy terrorista, soy un luchador socialista.
Aquí está mi voz muerta
que traspasa cementerios y lápidas esculpidas
que nacen de las fosas comunes de la tierra estéril
que acusan al vil y cobarde asesino
que se esconde en las penumbras de la mentira y su cobardía
y se protege en las axilas del gran regordete genocida
para pedir inmunidad de rodillas
con su negra espuma plañidera
para salvarse de una condena segura.
Hoy los poetas callan
ante la flor resplandeciente
ante la tumba que grita justicia
algún día habrá equidad,
habrá libertad
y ustedes asesinos
pagarán su genocidio y los poetas como yo
con lágrimas apretadas en el dulce lirio
junto a luciérnagas que serán mi compañía
vengaremos tu muerte
cantando este juglar convertido en melodía.
Podrán matar a todas las flores menos a la Cantuta.
visita
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