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jueves, 5 de mayo de 2011

EL GALLINERO ALBOROTADO - DE CABE

El gallinero alborotado
-por Cabe- La candidatura de Humala está generando un amplio debate fuera del país, casi tanto como en el Perú. Parece que esto realiza un viejo axioma indígena, "lo que le pasa a uno, le pasa a todos", como decía el Gran Jefe Seatle, de la nación indígena Dewamish. Sin embargo, lo que sucede en el Perú, este gallinero alborotado, sólo es preocupante dependiendo de como le baila a uno la fiesta. Para quienes quieren permanecer en el statu quo, como en una foto, "que nadie se mueva, que nada cambie", es decir que se mantenga la situación colonial que tiene el Perú actual, que tantos dividendos deja a una minoría blanca (menos del 5% de los habitantes del Perú), el temor a Humala es grande. Es perder la posibilidad de seguirle robando a la mayoría de peruanos los recursos naturales a cambio de nada. Es que el supuesto crecimiento económico es tan artificial como el que tendría un tendero que se pone a rematar todos los productos de su tienda y su tienda misma a cambio de poseer dinero. Al final, lo vende todo, incluyendo la tienda. Por un tiempo tendrá suficiente dinero para vivir como rey, pero sin trabajo, el dinero se gasta y se gasta y no queda nada. Eso ya pasó antes en el Perú. En la era del guano. Hubo un "boom" de crecimiento. La agricultura europea descubrió los beneficios del guano como fertilizante y las clases dominantes del Perú de mediados del siglo XIX, se pusieron a vender guano, algo fácil de extraer. Entonces, "aristocráticamente" se dieron la gran vida hasta que el guano se acabó. Las islas guaneras desaparecieron como tales porque la explotación destruyó el hábitat de las aves y ha debido pasar más de siglo y medio para que esas islas vuelvan a reaparecer. En la actualidad, son los recursos naturales, especialmente mineros, los que están posibilitando el crecimiento... ¡pero de las cifras que llenan los bolsillos de unas pocas corporaciones! Y también el crecimiento de la panza de García ¡Ay! A cambio de destrucción del medio ambiente, de mantener en la miseria a parte de la sociedad, debido a los salarios de hambre que se pagan a los trabajadores; a cambio, también de mantenerlos en la incultura e ignorancia, porque a los trabajadores mineros solo se les enseña a obeceder, porque su trabajo no requiere de gran sabiduría, que es la razón por la que el estado no invierte en educación, porque ¿qué se gana enseñando el manejo de computadoras, por ejemplo, a quien se va a pasar tirando lampa y pico por el resto de su corta existencia. (el promedio de vida de los mineros es de 50 años). Ahh, pero Humala ha dicho que va a afectar una parte de las sobreganancias mineras y eso es malo para quienes se lo llevan todo a cambio de nada. Humala habla de modificar una constitución hecha a imagen y semejanza del fujimorismo, que impide que el estado participe en la creación de empresas que generen trabajos bien remunerados con amplias garantías de mejoras sociales, pero eso es pecado para quienes racistamente solo quieren mantener al Perú como país de "cholos baratos". Según ellos el estado está prohibido de participar en el proceso productivo, pero no prohibe robar a los altos funcionarios, comenzando por el presidente y sus ministros hasta los funcionarios de "alta investidura". Humala ha señalado que el costo de producción de un barril de petróleo en el Perú es de apenas 12 dólares, pero como la explotación de petróleo ha sido consecionada a empresas multinacionales que imponen los precios a como les venga en gana, las refinerías (que aun son del estado) deben comprar ese petróleo al "precio internacional" de más de 100 dólares por barril. Esto permite concluir que el estado debiera ser dueño del petróleo para que en el Perú la gasolina, en lugar de estar por encima de los 5 dolares por galón, se pueda reducir a por lo menos el 50% de su valor actual. Ah, pero eso atenta contra las leyes del mercado. No importa si millones de niños desfallecen por "las leyes del mercado", la "libertad del mercado" es incuestionable. Humala sugiere que en lugar de lingotes de cobre, vendamos láminas, cables y todo lo que se puede producir en cobre, por ejemplo, para lo cual hay que exigir en los contratos que las explotaciones mineras consideren la instalación de plantas industriales que agreguen valor a nuestras materias primas. Eso posibilitaría lo que los economistas de verdad y no los genuflexos del gobierno que le dicen si a todo, llaman el desarrollo sostenido. Esta economía de verdad daría trabajo bien remunerado a millones de personas y exigiría una educación de calidad porque una cosa es un minero y otra es un obrero que trabaja con elementos computarizados, por ejemplo. Pero pensar así es un sacrilegio. Qué horror, para una clase parasitaria, que hereda el designio feudal de que los nobles no deben trabajar, que alguien les exija que dejen de comportarse como señores feudales para convertirse en clase industrial, eso es demasiado. Por eso, en el Perú, los mayores enemigos del capitalismo peruano, son precisamente estos parásitos de apellidos rimbombantes, que se resisten a trabajar y están acostumbrados a manejar el estado para que consecione todas las riquezas naturales del Perú a cambio de una tajadita de la torta. Una tajadita que se recibe en medio del tráfico de influencias, "faenones" le dicen, un tráfico que tiene semáforos sólo de luz verde para la corrupción porque la luz roja no se debe prender nunca porque este color, como a los toros en Acho, a la derecha le hace crecer los cuernos. No se si de llegar al gobierno, Humala, podría hacer todo lo que ofrece o, al fin y al cabo, termine como el cacaseno de Belaunde, que en los 60 ofreció cambios y sólo cambió la corbata por la Correa. O el propio Fujimori que ofreció honradez y produjo el gobierno más corrupto de la historia del Perú. Queda la duda porque la organización de la candidatura de Humala, al margen de la presencia popular, ha seguido la tradición de todos los partidos políticos que ya llegaron al poder. Aunque esto debiera ser un suspiro para los Miroquesada que ya trajeron de vuelta a Bayly para aterrarnos ¡ay que susto! con el cuco humalista. Aun así, por cuestiones de dignidad personal y nacional, es mejor votar por él que por la Fujimori, que representa la continuidad de todo lo nefasto que azota al Perú. Votar por la Fujimori sería como desear la perpetuidad de la vieja situación colonial que nos carcome. ¿Por qué? Porque votar por la Fujimori significa aceptar ser un país sin soberanía, que espera que desde afuera alguna potencia de turno le escriba el guión de la "política de estado" que han seguido García-Fujimori-Toledo-García. Porque ya es hora de que el pueblo se decida a poner fin a un sistema en el que a pesar de que la derecha cavernaria pierde las elecciones siempre, igual se da maña para mantenerse en el poder. Ya sabemos que muchos fujimontesinistas solapados, de esos que aprendieron que para no gastar los zapatos se debe caminar de rodillas, como dice el tango, estarán en contra nuestra. Allá ellos. Cabe

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